El arte, mi vocación. Pintora y escultora
Nací en Alcoy, Alicante en 1983. Desde pequeña he vivido en una ambiente en el que el arte formaba parte de mi vida, como algo natural. A los 16 años entendí claramente que me tenía que dedicar a ello como una misión que se me encomendaba, en concreto al Arte Sacro. Estudié Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia, donde me licencié en 2006. Trabajé en una beca de colaboración en la Universidad organizando y montando exposiciones, hice el proyecto final de carrera en Venecia sobre retrato en pintura y aproveché para aprender a tallar en piedra en Carrara. También me interesa el mundo de la animación y realicé un curso de especialidad en este arte en la Facultad de Bellas artes de Valencia. Desde que terminé la universidad empecé a recibir encargos de escultura y de pintura. Siempre viviendo esta vocación en un continuo aprendizaje.
Trabajo como artista principalmente por encargo en mi taller en diferentes proyectos de pintura y escultura, tanto para instituciones de la Iglesia como para particulares. La pintura y la escultura son los dos medios de expresión artística con los que me identifico por igual y desarrollo según el tipo de obra. Mi trabajo se centra especialmente en el Arte Sacro, aunque también hago retrato y paisaje, dos motivos que me atraen especialmente. El tema de la ilustración lo he trabajado concretamente para algún encargo de libro ilustrado, o como exploración del mundo digital.
Viví también 6 años, 2 de ellos en México, en una comunidad misionera donde aprendí mucho a compaginar oración y trabajo, el Ora et Labora de la vida monástica. De este modo cuando voy al taller, lo primero y principal que hago antes de coger un lápiz, un pincel o barro para modelar, me pongo en presencia de Dios en oración. Lo primero es ponerse en sus manos para que Él se sirva de las mías y juntos, trabajemos. Así de fácil y sencillo, sólo tengo que confiar y dejarme llevar, poniendo todo de mi parte.
Como dice Joseph Ratzinger » la sacralidad de la imagen implica la vida interior del artista, su encuentro con el Señor: deriva de una visión interior, fruto de una contemplación y de un encuentro creyente con el Resucitado».
Arte, Belleza y Espiritualidad
“Lo primero que captamos del misterio de Dios no suele ser la verdad, sino la belleza”(Von Balthasar).
La belleza de lo creado me habla directamente de la Belleza de su creador, de Dios mismo, de Quién es y cómo es. “ El Universo no es producto de la oscuridad ni de la sinrazón. Procede del entendimiento, procede de la libertad, procede de la belleza que es amor. Ver esto nos da el valor necesario para vivir; nos fortalece para sobrellevar sin miedo la aventura de la vida.” (Creación y pecado. Joseph Ratzinger) Una aventura increíble si te dejas sorprender día a día por los regalos que Dios tiene preparados. En medio de esa sorpresa se encuentra la belleza que nos atrae. «La belleza es clave del misterio y llamada a lo trascendente. Es una invitación a gustar la vida y a soñar el futuro» (Juan Pablo II, Carta a los artistas)
Todos sabemos que el Arte es universal y es un medio de evangelización muy eficaz que ha acompañado a la Iglesia en sus más de dos mil años de historia. Y hoy, como siempre, y quizás más que nunca la humanidad tiene necesidad de la Belleza. Como dijo Pablo VI a los artistas el 8 de diciembre de 1965: » Este mundo en el que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza. La belleza, como la verdad, es lo que pone alegría en el corazón de los hombres; es el fruto precioso que resiste a la usura del tiempo, que une a las generaciones y las hace comunicarse en la admiración. Y todo ello por vuestras manos…Recordad que sois los guardianes de la belleza en el mundo.»
«La belleza, desde la que se manifiesta en el cosmos y en la naturaleza hasta la que se expresa mediante las creaciones artísticas, precisamente por su característica de abrir y ensanchar los horizontes de la conciencia humana, de remitirla más allá de sí misma, de hacer que se asome a la inmensidad del Infinito, puede convertirse en un camino hacia lo trascendente, hacia el Misterio último, hacia Dios. El arte, en todas sus expresiones, cuando se confronta con los grandes interrogantes de la existencia, con los temas fundamentales de los que deriva el sentido de la vida, puede asumir un valor religioso y transformarse en un camino de profunda reflexión interior y de espiritualidad». (Discurso a los artistas, Benedicto XVI)